miércoles, 4 de noviembre de 2009

La noticia que no sucederá

Suspendemos esta transmisión lenta, entrecortada, olvidadiza... para comunicarles una noticia de último momento:

Luego de viajes a las comunidades, arribos de nuevos voluntarios, instalaciones de paneles solares, capacitaciones de mantenimientos de baterías, bacanales hasta altas horas de la noche, noches contemplando la vía láctea a la orilla del mar, asistencias a baños a los que este nombre queda muy lejos de definir de qué se tratan, duchas de agua helada, aprendizaje de bailes tradicionales nicaragüenses y de otros lados, bailes bajo lluvias tropicales, caminatas por senderos peatonales en medio de las casas de madera de una aldea venida a pueblo y de ver tantos colores y acostumbrarse al calor y los mosquitos y que a la ropa le aparezcan hongos y las gladiadoras se cubran de moho y leer en la galería del frente al lado de la lluvia y en la galería de abajo oyendo los pájaros y en la panga de regreso de una comunidad creole y en la pieza, mi cueva oscura y húmeda... después de cientos de cervezas, de decenas de rones, y más cerveza y más ron y más baile, después de oír inglés, francés y españoles diversos todo el tiempo y seguir oyéndolos detrás de estas puertas, y de oír creole no tan a menudo acostumbrándome a no entender, desentendiéndome, de leer a niños de una aldea perdida y escucharlos leer, de contarles cuentos y verlos dormirse bajo mis palabras, de oír cientos de palabras nuevas, de escuchar que hay una universidad que se llama URACCAN, de que pasara octubre el mes de los huracanes, sin ellos, hoy nos avisan de una más: Mañana huracán... bueno, no es exactamente un huracán, y se desencadena entonces la acostumbrada superexplicación interminable y absolutamente innecesaria al respecto: hay tormentas tropicales de categoría uno y dos, luego huracanes de múltiples categorías, y en realidad las tormentas de categoría uno ni siquiera son propiamente tormentas tropicales sino depresiones tropicales o algo así, y lo que tendremos aquí mañana no es siquiera un huracán de categoría pero tampoco es al menos una desacreditada depresión tropical, se trata de una digna y verdadera tormenta tropical (de número dos, digamos para que no queden dudas, tanta explicación me costó). Tormenta tropical que en fin posiblemente no hubiera sido la palabra que yo hubiera empleado (como no empleé) y escandalosamente hubiera dicho: HURACAN SEÑORES, HURACAN SEÑORAS!!! De nombre Ida, viene a la costa esta nochecita.

La única pena es que solo sea una amenaza que no llegará a ejecutarse y por eso es preciso que escriba la noticia antes que suceda. La noticia que no sucederá.

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