La Che está on air ahorita y los sábados al mediodía, más menos una hora, más 3 para Argentina, más 8 para España, más 7 para Inglaterra...
Transmitiendo desde la Costa Caribe de Nicaragua para todo el orbe, a través de http://www.radiodeprueba.com.ar/media.html
El programa aun no sabemos bien de qué se trata, pero posiblemente pueden ayudarnos a delinearlo...
Au revoir
sábado, 9 de enero de 2010
martes, 17 de noviembre de 2009
Pearl Lagoon y La Cruz de Río Grande: La Che
Habiendo ya pasado tanto tiempo y tigres devorando... he perdido la magia de aquellos primeros momentos, pero intentaré recuperar.
Ni bien llegada participé en algo que se llamó: "Evaluación de Necesidades Formativas de la RAAS". Nicaragua tiene en la costa del caribe, dos regiones declaradas autónomas debido a su multiculturalidad: la RAAN y la RAAS, Región Autónoma del Atlántico Norte y Sur respectivamente. Indígenas (llamados Rama) y Krioles, pobladores particulares de estas zonas del país, han peleado por conseguir dicha autonomía que aun está en gran medida en los papeles. La autonomía entre otras cosas incluye poder decidir su propia educación. Entonces, por ejemplo, en Bluefields, donde vivo, una ciudad de cerca de 40mil habitantes, existen dos universidades hijas de esta autonomía, la URACCAN y la BICU (Universidad de las Regiones Autónomas de la Costa Caribe de Nicaragua y Bluefields Indigenous and Caribbean University).
Por otra parte, existe una institución nacional llamada INATEC (Instituto Nacional de Tecnología). Aquí es donde tenemos una de nuestras oficinas y nuestro taller, hacemos varias actividades con apoyo de ellos y varias interrelaciones más. Entonces resulta este instituto quería ajustar su oferta educativa -en parte por insistencia de bE- a las necesidades de esta particular región del país.
Así fue que salimos a hacer talleres a comunidades para sondear estas necesidades. Quiénes salimos? Vida Luz, del equipo comunitario de bE con vasta experiencia en trabajos de desarrollo en la región, y dos representantes del INATEC Central de Managua: María Teresa y Eddy. Ya debería ir poniendo unas fotos...

Eddy esperando el agua
Ma Teresa, no muy convencida con el medio de transporte
Vida Luz, una guerrera
Lu (en adelante La Che), Eddy y el honorable panguero al fondo, Arturo
El viaje se hizo, como ya puede verse, en panga, el medio de transporte más habitual por estos lados... Duró 20.000 leguas de agua, 10 horas y media de panga de ida, lo mismo de vuelta. Varias horas por lagunas, varias más por río -por suerte, porque el asiento se vuelve más amigable entonces.
Los primeros talleres se hicieron en las comunidades clave de Pearl Lagoon (Laguna de Perlas) y La Cruz de Río Grande. La primera es una comunidad que queda a una o dos horas panga de Bluefields y es mayoritariamente kriol, which means gente que habla un inglés llamado creole o kriol y son de origen africano. De todos modos el taller se hizo en español porque los facilitadores no hablaban inglés. La Cruz, en cambio, es una comunidad eminentemente mestiza y queda bien al norte de la RAAS, al límite con la RAAN sobre las márgenes del Río Grande. Llegar hasta ahí me recordó esas películas de misioneros por ríos amazónicos. Luego de navegar todo el día al rayo del sol, ver y probar por primera vez el cacao al grito de "guauuuuuuuuuu esto es el cacaoooooooo!!! Por fin, por fin te veo cacaoooo, luego de dibujarte y adivinarte tantos años en la escuela! Y es riquísimoooooooo, y la semilla por dentro el lila profundo!!!!!!!", luego de esta aventura de ríos chocolates, árboles gigantes, enredaderas, lianas, aves blancas y negras maravillosas, esquivar uno que otro tronco y saludar a todos los habitantes de las márgenes del río, una lluvia torrencial nos recibió en las puertas de La Cruz. Una escalera infinita subía hasta la entrada a la ciudad, donde una enorme cruz de cemento indicaba el exacto lugar. La imagen del siguiente amanecer deberé subirla algún día... me recordó a aquella película en que uno de los hermanos Fiennes tiene la loca idea -alentada por una igualmente soñadora- de transportar por el río una iglesia de cristal...
La gente participó con mucho ánimo, esperanza y un lejano dejo de desesperanza también. Tantas veces prometieron, tantos proyectos que no se hicieron...
El último taller fue en Bluefields y, pese a todo lo que se esperaba (representantes de instituciones gubernamentales y organizaciones no gubernamentales, Bluefields es la capital de la RAAS), no fue tan jugoso como aquellos de las comunidades, en que las necesidades están más a la vista y no hay tantos estratos burocráticos ni tantos temores políticos para decir las cosas.
Pese a nuestro interés en que esto se resolviera con la producción de unos cursos de formación técnica en las comunidades, donde lo que más se necesita son unos oficios determinados y unos conocimientos bien pragmáticos, como técnicas de navegación, manejo sustentable de suelos para agricultura y forestal, procesamiento de productos alimenticios... es el INATEC quien hará el análisis de los datos recabados y las propuestas de capacitaciones. Todavía estamos esperando la reunión de devolución que iba a ser antes de fin de año. Ni qué decir de los cursos. Igualmente no perdemos las esperanzas... Aparecerán por acá las novedades del caso.
En este viaje fui bautizada oficialmente por Vida Luz: en adelante me llamarían La Che...
Ni bien llegada participé en algo que se llamó: "Evaluación de Necesidades Formativas de la RAAS". Nicaragua tiene en la costa del caribe, dos regiones declaradas autónomas debido a su multiculturalidad: la RAAN y la RAAS, Región Autónoma del Atlántico Norte y Sur respectivamente. Indígenas (llamados Rama) y Krioles, pobladores particulares de estas zonas del país, han peleado por conseguir dicha autonomía que aun está en gran medida en los papeles. La autonomía entre otras cosas incluye poder decidir su propia educación. Entonces, por ejemplo, en Bluefields, donde vivo, una ciudad de cerca de 40mil habitantes, existen dos universidades hijas de esta autonomía, la URACCAN y la BICU (Universidad de las Regiones Autónomas de la Costa Caribe de Nicaragua y Bluefields Indigenous and Caribbean University).
Por otra parte, existe una institución nacional llamada INATEC (Instituto Nacional de Tecnología). Aquí es donde tenemos una de nuestras oficinas y nuestro taller, hacemos varias actividades con apoyo de ellos y varias interrelaciones más. Entonces resulta este instituto quería ajustar su oferta educativa -en parte por insistencia de bE- a las necesidades de esta particular región del país.
Así fue que salimos a hacer talleres a comunidades para sondear estas necesidades. Quiénes salimos? Vida Luz, del equipo comunitario de bE con vasta experiencia en trabajos de desarrollo en la región, y dos representantes del INATEC Central de Managua: María Teresa y Eddy. Ya debería ir poniendo unas fotos...





El viaje se hizo, como ya puede verse, en panga, el medio de transporte más habitual por estos lados... Duró 20.000 leguas de agua, 10 horas y media de panga de ida, lo mismo de vuelta. Varias horas por lagunas, varias más por río -por suerte, porque el asiento se vuelve más amigable entonces.
Los primeros talleres se hicieron en las comunidades clave de Pearl Lagoon (Laguna de Perlas) y La Cruz de Río Grande. La primera es una comunidad que queda a una o dos horas panga de Bluefields y es mayoritariamente kriol, which means gente que habla un inglés llamado creole o kriol y son de origen africano. De todos modos el taller se hizo en español porque los facilitadores no hablaban inglés. La Cruz, en cambio, es una comunidad eminentemente mestiza y queda bien al norte de la RAAS, al límite con la RAAN sobre las márgenes del Río Grande. Llegar hasta ahí me recordó esas películas de misioneros por ríos amazónicos. Luego de navegar todo el día al rayo del sol, ver y probar por primera vez el cacao al grito de "guauuuuuuuuuu esto es el cacaoooooooo!!! Por fin, por fin te veo cacaoooo, luego de dibujarte y adivinarte tantos años en la escuela! Y es riquísimoooooooo, y la semilla por dentro el lila profundo!!!!!!!", luego de esta aventura de ríos chocolates, árboles gigantes, enredaderas, lianas, aves blancas y negras maravillosas, esquivar uno que otro tronco y saludar a todos los habitantes de las márgenes del río, una lluvia torrencial nos recibió en las puertas de La Cruz. Una escalera infinita subía hasta la entrada a la ciudad, donde una enorme cruz de cemento indicaba el exacto lugar. La imagen del siguiente amanecer deberé subirla algún día... me recordó a aquella película en que uno de los hermanos Fiennes tiene la loca idea -alentada por una igualmente soñadora- de transportar por el río una iglesia de cristal...
La gente participó con mucho ánimo, esperanza y un lejano dejo de desesperanza también. Tantas veces prometieron, tantos proyectos que no se hicieron...
El último taller fue en Bluefields y, pese a todo lo que se esperaba (representantes de instituciones gubernamentales y organizaciones no gubernamentales, Bluefields es la capital de la RAAS), no fue tan jugoso como aquellos de las comunidades, en que las necesidades están más a la vista y no hay tantos estratos burocráticos ni tantos temores políticos para decir las cosas.
Pese a nuestro interés en que esto se resolviera con la producción de unos cursos de formación técnica en las comunidades, donde lo que más se necesita son unos oficios determinados y unos conocimientos bien pragmáticos, como técnicas de navegación, manejo sustentable de suelos para agricultura y forestal, procesamiento de productos alimenticios... es el INATEC quien hará el análisis de los datos recabados y las propuestas de capacitaciones. Todavía estamos esperando la reunión de devolución que iba a ser antes de fin de año. Ni qué decir de los cursos. Igualmente no perdemos las esperanzas... Aparecerán por acá las novedades del caso.
En este viaje fui bautizada oficialmente por Vida Luz: en adelante me llamarían La Che...
sábado, 7 de noviembre de 2009
Efectivamente...
... la tragedia no sucedió, al menos no como quienes como Girondo, esperamos que nos toque de un catastrófico modo personal, aunque después no sepamos qué hacer con la devastación, pero nos creemos de algún modo preparados para enfrentarla. En cambio, y lamentablemente, hubo algunos desmadres en las comunidades en que trabajamos, cuando la tormenta tropical tomó la forma de huracán de categoría uno, llevándose, por ejemplo, el techo de la escuela donde hacía menos de un mes habíamos instalado nuevos paneles solares, aunque afortunadamente -y esto es noticia de último momento- la parte de los paneles fue la única que no voló.
miércoles, 4 de noviembre de 2009
La noticia que no sucederá
Suspendemos esta transmisión lenta, entrecortada, olvidadiza... para comunicarles una noticia de último momento:
Luego de viajes a las comunidades, arribos de nuevos voluntarios, instalaciones de paneles solares, capacitaciones de mantenimientos de baterías, bacanales hasta altas horas de la noche, noches contemplando la vía láctea a la orilla del mar, asistencias a baños a los que este nombre queda muy lejos de definir de qué se tratan, duchas de agua helada, aprendizaje de bailes tradicionales nicaragüenses y de otros lados, bailes bajo lluvias tropicales, caminatas por senderos peatonales en medio de las casas de madera de una aldea venida a pueblo y de ver tantos colores y acostumbrarse al calor y los mosquitos y que a la ropa le aparezcan hongos y las gladiadoras se cubran de moho y leer en la galería del frente al lado de la lluvia y en la galería de abajo oyendo los pájaros y en la panga de regreso de una comunidad creole y en la pieza, mi cueva oscura y húmeda... después de cientos de cervezas, de decenas de rones, y más cerveza y más ron y más baile, después de oír inglés, francés y españoles diversos todo el tiempo y seguir oyéndolos detrás de estas puertas, y de oír creole no tan a menudo acostumbrándome a no entender, desentendiéndome, de leer a niños de una aldea perdida y escucharlos leer, de contarles cuentos y verlos dormirse bajo mis palabras, de oír cientos de palabras nuevas, de escuchar que hay una universidad que se llama URACCAN, de que pasara octubre el mes de los huracanes, sin ellos, hoy nos avisan de una más: Mañana huracán... bueno, no es exactamente un huracán, y se desencadena entonces la acostumbrada superexplicación interminable y absolutamente innecesaria al respecto: hay tormentas tropicales de categoría uno y dos, luego huracanes de múltiples categorías, y en realidad las tormentas de categoría uno ni siquiera son propiamente tormentas tropicales sino depresiones tropicales o algo así, y lo que tendremos aquí mañana no es siquiera un huracán de categoría pero tampoco es al menos una desacreditada depresión tropical, se trata de una digna y verdadera tormenta tropical (de número dos, digamos para que no queden dudas, tanta explicación me costó). Tormenta tropical que en fin posiblemente no hubiera sido la palabra que yo hubiera empleado (como no empleé) y escandalosamente hubiera dicho: HURACAN SEÑORES, HURACAN SEÑORAS!!! De nombre Ida, viene a la costa esta nochecita.
La única pena es que solo sea una amenaza que no llegará a ejecutarse y por eso es preciso que escriba la noticia antes que suceda. La noticia que no sucederá.
Luego de viajes a las comunidades, arribos de nuevos voluntarios, instalaciones de paneles solares, capacitaciones de mantenimientos de baterías, bacanales hasta altas horas de la noche, noches contemplando la vía láctea a la orilla del mar, asistencias a baños a los que este nombre queda muy lejos de definir de qué se tratan, duchas de agua helada, aprendizaje de bailes tradicionales nicaragüenses y de otros lados, bailes bajo lluvias tropicales, caminatas por senderos peatonales en medio de las casas de madera de una aldea venida a pueblo y de ver tantos colores y acostumbrarse al calor y los mosquitos y que a la ropa le aparezcan hongos y las gladiadoras se cubran de moho y leer en la galería del frente al lado de la lluvia y en la galería de abajo oyendo los pájaros y en la panga de regreso de una comunidad creole y en la pieza, mi cueva oscura y húmeda... después de cientos de cervezas, de decenas de rones, y más cerveza y más ron y más baile, después de oír inglés, francés y españoles diversos todo el tiempo y seguir oyéndolos detrás de estas puertas, y de oír creole no tan a menudo acostumbrándome a no entender, desentendiéndome, de leer a niños de una aldea perdida y escucharlos leer, de contarles cuentos y verlos dormirse bajo mis palabras, de oír cientos de palabras nuevas, de escuchar que hay una universidad que se llama URACCAN, de que pasara octubre el mes de los huracanes, sin ellos, hoy nos avisan de una más: Mañana huracán... bueno, no es exactamente un huracán, y se desencadena entonces la acostumbrada superexplicación interminable y absolutamente innecesaria al respecto: hay tormentas tropicales de categoría uno y dos, luego huracanes de múltiples categorías, y en realidad las tormentas de categoría uno ni siquiera son propiamente tormentas tropicales sino depresiones tropicales o algo así, y lo que tendremos aquí mañana no es siquiera un huracán de categoría pero tampoco es al menos una desacreditada depresión tropical, se trata de una digna y verdadera tormenta tropical (de número dos, digamos para que no queden dudas, tanta explicación me costó). Tormenta tropical que en fin posiblemente no hubiera sido la palabra que yo hubiera empleado (como no empleé) y escandalosamente hubiera dicho: HURACAN SEÑORES, HURACAN SEÑORAS!!! De nombre Ida, viene a la costa esta nochecita.
La única pena es que solo sea una amenaza que no llegará a ejecutarse y por eso es preciso que escriba la noticia antes que suceda. La noticia que no sucederá.
miércoles, 7 de octubre de 2009
EL VIAJE 6: El Rama - Bluefields
La segunda sección de la opción no optada: LA PANGA.
Finalmente en El Rama pude develar el misterio: una panga es una lancha bien grande, en la cual en este caso cabíamos cerca de 20 personas, más bártulos. Puede tener un techito, pero la nuestra no tenía y en El Rama, por primera vez en mi vida viví una lluvia tropical. Así que ahí estaba, esperando que se llenara el cupo de la panga y que se pasara la lluvia, con Romel haciéndome el aguante, cuando me vi envuelta por cuatro o cinco niños... punto. Literalmente, me abrazaban, me tocaban, prácticamente se me trepaban, así que enseguida estaba entreteniéndome de lo lindo entre actividades como colectar agua de lluvia para tomar un poco, hacer volar a los mocosos de a dos por vez y jugar juegos de manos en los que nunca coincidíamos pero que terminaban como un buen juego de manos debe terminar, haciéndonos cosquillas. Entre ellos estaba Milady, un amorcito tierno y chiquito, de tres años, que me miraba y me acariciaba en cuanta oportunidad tenía y me tomaba de la mano para que siguiéramos y siguiéramos juntas hasta el fin. Hoy la volví a ver, estaba algo más grande y le costó un ratito volver a ser la misma de antes, aunque ya no sería igual. Sin duda yo tampoco soy la de aquel día de feliz lluvia en El Rama.
Milady y banda

capacidad para enamorar

jugando a "sacame una foto, gringa!"

esperando en el muelle

y lo que yo creí que era la panga en un primer momento

cansadita pero contenta

el muelle desde abajo y un valorazo del que hablaré más adelante

los enanos saludando desde donde se pudiera... adios gringa, adios gringa!

el contingente

la sensación del momento

EL NENE

Un valorazo del viaje en panga... un parlanchín incansable que me hizo preguntas evaluadoras, me indagó vida y obra, situación social argentina, hizo lo propio con él, sobre todo eso, presentándose hasta el hartazgo, presentando a su amigo "el mejor trompetista de Nicaragua", contándome situación cultural de la costa caribe, hablándome en cinco o nueve idiomas diferentes (catalán icluido, porque viví con catalanes), que la hiperactividad, la psicología, la lectura de manos, que tengo sangre de creole de garífuna y qué se yo cuántas sangres más y en fin, ufhh... cuestión que le pusieron "el nene" -expresión que no se usa en este país- porque de pequeño la madre lo llevaba de un médico que era argentino y un día ella fue a la consulta sin él y el Doc le preguntó "Y el nene, dónde está el nene, señora!!??" Increíble, no. Cuestión que el nene al final sí se cansaba y dormido me permitió sacar esta foto:

Y también saqué estas...



Hasta que llegamos a Bluefields...

... la bella terminal del caribe

El nene conocería a media ciudad y la otra mitad lo conocería a él, así que por ahí iría a sus anchas saludando a todo mundo -cuando nos bajáramos de la panga y me invitara a acompañarme un tramo y mostrarme el centro- deteniéndose a preguntar por alguien, a arreglar alguna cita, simplemente a palmear, haciendo todo su despliegue hiperkinético sin tropezar ni una vez y aclarando "eso está controlado". Algo que yo evaluaba como una gran habilidad, dado que definitivamente el suelo de Bluefields, las veredas y calles, no son aptas para distraídos y soñadores; más de una vez he pasado a peor distrayéndome con un pájaro desconocido, una casa de madera en lo alto o una cometa pequeña y eternizada como una ventana negra en el cielo, materia en la cual son especialistas por acá.
Finalmente en El Rama pude develar el misterio: una panga es una lancha bien grande, en la cual en este caso cabíamos cerca de 20 personas, más bártulos. Puede tener un techito, pero la nuestra no tenía y en El Rama, por primera vez en mi vida viví una lluvia tropical. Así que ahí estaba, esperando que se llenara el cupo de la panga y que se pasara la lluvia, con Romel haciéndome el aguante, cuando me vi envuelta por cuatro o cinco niños... punto. Literalmente, me abrazaban, me tocaban, prácticamente se me trepaban, así que enseguida estaba entreteniéndome de lo lindo entre actividades como colectar agua de lluvia para tomar un poco, hacer volar a los mocosos de a dos por vez y jugar juegos de manos en los que nunca coincidíamos pero que terminaban como un buen juego de manos debe terminar, haciéndonos cosquillas. Entre ellos estaba Milady, un amorcito tierno y chiquito, de tres años, que me miraba y me acariciaba en cuanta oportunidad tenía y me tomaba de la mano para que siguiéramos y siguiéramos juntas hasta el fin. Hoy la volví a ver, estaba algo más grande y le costó un ratito volver a ser la misma de antes, aunque ya no sería igual. Sin duda yo tampoco soy la de aquel día de feliz lluvia en El Rama.
Milady y banda

capacidad para enamorar

jugando a "sacame una foto, gringa!"

esperando en el muelle

y lo que yo creí que era la panga en un primer momento

cansadita pero contenta

el muelle desde abajo y un valorazo del que hablaré más adelante

los enanos saludando desde donde se pudiera... adios gringa, adios gringa!

el contingente

la sensación del momento

EL NENE

Un valorazo del viaje en panga... un parlanchín incansable que me hizo preguntas evaluadoras, me indagó vida y obra, situación social argentina, hizo lo propio con él, sobre todo eso, presentándose hasta el hartazgo, presentando a su amigo "el mejor trompetista de Nicaragua", contándome situación cultural de la costa caribe, hablándome en cinco o nueve idiomas diferentes (catalán icluido, porque viví con catalanes), que la hiperactividad, la psicología, la lectura de manos, que tengo sangre de creole de garífuna y qué se yo cuántas sangres más y en fin, ufhh... cuestión que le pusieron "el nene" -expresión que no se usa en este país- porque de pequeño la madre lo llevaba de un médico que era argentino y un día ella fue a la consulta sin él y el Doc le preguntó "Y el nene, dónde está el nene, señora!!??" Increíble, no. Cuestión que el nene al final sí se cansaba y dormido me permitió sacar esta foto:

Y también saqué estas...



Hasta que llegamos a Bluefields...

... la bella terminal del caribe

El nene conocería a media ciudad y la otra mitad lo conocería a él, así que por ahí iría a sus anchas saludando a todo mundo -cuando nos bajáramos de la panga y me invitara a acompañarme un tramo y mostrarme el centro- deteniéndose a preguntar por alguien, a arreglar alguna cita, simplemente a palmear, haciendo todo su despliegue hiperkinético sin tropezar ni una vez y aclarando "eso está controlado". Algo que yo evaluaba como una gran habilidad, dado que definitivamente el suelo de Bluefields, las veredas y calles, no son aptas para distraídos y soñadores; más de una vez he pasado a peor distrayéndome con un pájaro desconocido, una casa de madera en lo alto o una cometa pequeña y eternizada como una ventana negra en el cielo, materia en la cual son especialistas por acá.
martes, 29 de septiembre de 2009
EL VIAJE 5: Managua - El Rama y... el desierto
Para ir de Managua al pueblo centro de mis futuras operaciones, Bluefields, los muchachos me dieron dos opciones: una combinación de bus/panga de interminables horas y una avioneta de una hora...
La elección para mí era inexistente, así que acá van las fotos de la primera parte deste eternizador de ocasos, con el que recorrí Nicaragua de oeste a este: BUS hasta El Rama
la primera del amanecer

mitad del camino: <-- managua juigalpa -->

montaña y selva

caballo del nica

bio-arquitecturas del camino



río (pa los no entendidos, como algunos porteños, amigos nuevos, que confunden avispas con abejas, y bue, gente del corazón de cemento, qué se va c)

casas llegando a El Rama

El bus era la típica de película con todo el mundo subiendo con alimentos, animales, cacharros y calor, pero con dos marcadas diferencias: todo olía bien! Nada que oler con Nueva York. La gente estaba deliciosamente bañada y sus productos se veían recién hechos o cosechados y un equipo de música a todo trapo acompañaba la marcha.
"Ya nos vamos, morena"! dijo otra voz grave y ya no pude resistir... Era mentira que me enamoré primero de sus niños, menamoré primero de las voces graves y agraciadas de Nicaragua! Y la sangre bombeaba más a prisa al compás de esas voces y Ricardo Montaner con su "Será"...
Él era parte de la tripulación del bus -eran como cuatro. De a ratos aparecía, cruzábamos unas palabras y se estaba yendo para el techo del bus con el cargamento de algún viajero, que a veces subía con la cabeza. Volvía a lanzarse, con el bus ya en movimiento, por esa puerta de atrás al lado de la cual yo estaba sentada y, mientras Dyango preguntaba "A dónde vas amor?", él "Vas para Bluefields? En panga te vas?" Y salía luego para gritar "A El Rama, a El Ramaaaaaaaa!" en el pueblo entrante, él y su fisonomía morena y su voz de árbol crujiente del bosque...
Recogimos a toda la gente posible, el bus se detenía ante el más solitario grito que lo solicitara. De pronto una parada en medio del camino y unos ojos claros en paquete oscuro desde un cordón dibujado al lado de la selva, se sonreía y me señalaba a los otros. Imposible no responder, así que sonreímos juntos, mientras lo saludaba.
Y un mix como los que a mí me gustan siguió mezclando "La isla bonita", Cindy Lauper, "The final count down", con temas latinos, para ir arrimándose a Bob Marley a medida que nos acercábamos a la costa del caribe.
Se me sentó al lado en un momento un muchacho y enseguida tiró la pregunta. Una -como definirme, persona? blanca?, sí eso- como yo no pasa desapercibida, en el bus a El Rama no hay turistas. De dónde vienes? Adónde vas? Cómo te llamas? Y vos? Romel. Ya tenía Arsenio, Marvin y ahora Romel... esos nombres que nunca había escuchado. Romel me recitó un poema de Neruda y otro de Rubén Darío, yo comenzaba con uno de Neruda también cuando comprendí que podía ser demasiado. Al rato me vería envuelta en conversaciones incomodantes del tipo "te gustaría ir a conocer mi finca?" "te gusta cocinar tortillas? en mi finca podrías aprender" hasta el extremo de lo embarazoso, con un "del 1 al 10 qué probabilidades tengo?" Dios mío! Y era un chico sensible, así que con el mayor decoro que me es posible -y no es mucho- tuve que decirle que cero y salí airosa del asunto y él siguió mirándome tiernamente. El asunto es que Romel me dijo algo que me quedó grabado. Luego de hacerle un resumen de la situación geográfica y climática de mi país, él me dijo: "siempre quise conocer el desierto. Porque acá tenemos montañas, tenemos selva, ríos, lagos y mar, pero no puedo imaginarme cómo es un lugar como el desierto, sin nada." Eso me dijo Romel y ya nunca lo olvidaré. "Creo que por eso ando en bici... algún día me gustaría ir a otros países más allá de los de centroamérica... acá vienen extranjeros en bici desde muy lejos."
mi amigo romel

casita de el rama

vista desde el rama

las gladiadoras siguen en pie

la foto de siempre

la joyería de mi amigo Romel

la tienda

la mejor
La elección para mí era inexistente, así que acá van las fotos de la primera parte deste eternizador de ocasos, con el que recorrí Nicaragua de oeste a este: BUS hasta El Rama
la primera del amanecer

mitad del camino: <-- managua juigalpa -->

montaña y selva

caballo del nica

bio-arquitecturas del camino



río (pa los no entendidos, como algunos porteños, amigos nuevos, que confunden avispas con abejas, y bue, gente del corazón de cemento, qué se va c)

casas llegando a El Rama

El bus era la típica de película con todo el mundo subiendo con alimentos, animales, cacharros y calor, pero con dos marcadas diferencias: todo olía bien! Nada que oler con Nueva York. La gente estaba deliciosamente bañada y sus productos se veían recién hechos o cosechados y un equipo de música a todo trapo acompañaba la marcha.
"Ya nos vamos, morena"! dijo otra voz grave y ya no pude resistir... Era mentira que me enamoré primero de sus niños, menamoré primero de las voces graves y agraciadas de Nicaragua! Y la sangre bombeaba más a prisa al compás de esas voces y Ricardo Montaner con su "Será"...
Él era parte de la tripulación del bus -eran como cuatro. De a ratos aparecía, cruzábamos unas palabras y se estaba yendo para el techo del bus con el cargamento de algún viajero, que a veces subía con la cabeza. Volvía a lanzarse, con el bus ya en movimiento, por esa puerta de atrás al lado de la cual yo estaba sentada y, mientras Dyango preguntaba "A dónde vas amor?", él "Vas para Bluefields? En panga te vas?" Y salía luego para gritar "A El Rama, a El Ramaaaaaaaa!" en el pueblo entrante, él y su fisonomía morena y su voz de árbol crujiente del bosque...
Recogimos a toda la gente posible, el bus se detenía ante el más solitario grito que lo solicitara. De pronto una parada en medio del camino y unos ojos claros en paquete oscuro desde un cordón dibujado al lado de la selva, se sonreía y me señalaba a los otros. Imposible no responder, así que sonreímos juntos, mientras lo saludaba.
Y un mix como los que a mí me gustan siguió mezclando "La isla bonita", Cindy Lauper, "The final count down", con temas latinos, para ir arrimándose a Bob Marley a medida que nos acercábamos a la costa del caribe.
Se me sentó al lado en un momento un muchacho y enseguida tiró la pregunta. Una -como definirme, persona? blanca?, sí eso- como yo no pasa desapercibida, en el bus a El Rama no hay turistas. De dónde vienes? Adónde vas? Cómo te llamas? Y vos? Romel. Ya tenía Arsenio, Marvin y ahora Romel... esos nombres que nunca había escuchado. Romel me recitó un poema de Neruda y otro de Rubén Darío, yo comenzaba con uno de Neruda también cuando comprendí que podía ser demasiado. Al rato me vería envuelta en conversaciones incomodantes del tipo "te gustaría ir a conocer mi finca?" "te gusta cocinar tortillas? en mi finca podrías aprender" hasta el extremo de lo embarazoso, con un "del 1 al 10 qué probabilidades tengo?" Dios mío! Y era un chico sensible, así que con el mayor decoro que me es posible -y no es mucho- tuve que decirle que cero y salí airosa del asunto y él siguió mirándome tiernamente. El asunto es que Romel me dijo algo que me quedó grabado. Luego de hacerle un resumen de la situación geográfica y climática de mi país, él me dijo: "siempre quise conocer el desierto. Porque acá tenemos montañas, tenemos selva, ríos, lagos y mar, pero no puedo imaginarme cómo es un lugar como el desierto, sin nada." Eso me dijo Romel y ya nunca lo olvidaré. "Creo que por eso ando en bici... algún día me gustaría ir a otros países más allá de los de centroamérica... acá vienen extranjeros en bici desde muy lejos."
mi amigo romel

casita de el rama

vista desde el rama

las gladiadoras siguen en pie

la foto de siempre

la joyería de mi amigo Romel

la tienda

la mejor

EL VIAJE 4: Macagua - Manondo... empieza lo bueno
A diferencia de Nueva York, Nicaragua huele bien, muy bien! Ya da gusto ir llegando y que se sienta esa frescura pese al calor.
Tras el tramitaje de aeropuerto y el fresco deste lado del vidrio mesperaba Marvin, una gota de sudor en la frente -y en todo el cuerpo, bah-, un cartelito de blueEnergy en la mano y una pregunta en la mirada. Sí, soy yo, le hice saber moviendo la cabeza. Me diría luego que esperaba una mestiza latina, tal como pensaría la Pau en Londra... bueno, al menos la trenza la tenía, Pau. Las fotos deste arribo están más abajo en Managua suavizada. No sé si tengo una de Marvin, pero si la hallo luego la pondré.
El asunto es que Marvin se dedicó a llevarme de tour por Managua luego de hartarse de insistir en los bancos para que yo pudiera cambiar el dinero. Entonces, una vez extinguidas -y fracasadas- todas las posibilidades, me miraría de costado y, ya con la confianza de haber buscado juntos toda una tarde, sonreiría condescendiente y delicadamente me diría: "Ahora, yo le pregunto -no me digas nada, Marvin, ya sé lo que vas a decir!: ¿No tuvo tiempo de cambiar el dinero antes?"
No, Marvin, yo sólo pasé por Nueva York y Miami, nada más.
No, Marvin, mi mamá ya me lo aclaró, a mí el dinero no me importa... sólo ocupé el tiempo en aventurarme a la gran manzana y eso ya fue suficiente, en la distribución desescaso tiempo no había ni un minutillo destinado a la captación de fondos, no no...
No jodan, estoy viniendo a Nicaragua, encima tengo que pensar en el dinero!??
Entonces fuimos por ahí... el monumento a Sandino, gigante a la vera de una laguna en el fondo de la selva...

un anfiteatro abandonado, un escenario hundido, una capital de país que parecía un pueblo pobre del litoral argentino, un teatro nacional Rubén Darío, una industria abandonada y mohosa, convertida en detuseñor la casa...

gente llevando en la cabeza cosas, una laguna enorme y podrida, una vera surreal con infraestructura bonita, una plaza principal triste, tan triste, laaaarga y profundamente triste, abandonada su catedral desde el terremoto, en grietas y traspasada por el cielo y las gaviotas, la foto parece bella, pero la realidad es triste y la verdadera belleza es triste, dice James, muy triste... Me faltan tantas fotos de Managua la bella (triste).
Luego, de nuevo a la camioneta para ir a casa, Marvin se quedaría con esa imagen mía durmiéndome sentada mientras andábamos y pese a los saltos. Qué gracia le causaría mi cansancio de tres días, de cien días...
Cinco y media de la tarde el sol -como yo- caía y le dije hasta mañana. No supe más nada hasta las dos de la mañana, cuando comprobé que realmente no sabía nada: Uy, estoy en Nicaragua!
Preparé los bolsos a la sazón de un sentimiento que ya no dejaría de sentir... esto es Macondo! El calor, la humedad que pecha por los poros, los bichos, sus sonidos, el barro, los años de lluvia, la vegetación abundante, las plantaciones de bananas abandonadas, los barcos abandonados, la guerra, sus rastros y las ideas locas, las empresas delirantes, la extensa familia de un país entero, los gringos y las hormigas que se lo llevan todo. Sólo faltaba la fantasía y el amor.
No diría que me enamoré, pero cuando escuché esa expresión al escaso fresco de las cuatro de la mañana, esa tonada caribe, casi cubana, presentada en paquete de voz grave, me sentí bastante más a gusto en las páginas deste libro: "A esta hora está bien rico, sabroso!" Fue un empujón que hizo correr más rápido la sangre por las venas. Y partimos. Un largo rato me tomaría describir la estación de buses. Hombres protegían la entrada con una puerta acandadada. Parecida a la estación de Jujuy podría decir, aunque con mucha menos boleterías y partidas. Aunque palabras como estación y boletería conllevan una representación que no les va a servir para imaginarlo, lamento que no voy a tomarme el tiempo para encontrar asociaciones más certeras. Y la foto salió mala. Puestos de vendedores ambulantes habrá que decir también. Que aun era de noche. Que Marvin me acompañó hasta la puerta del bus, donde me dijo que no me separara de mi mochila, que un señor había ubicado sobre los asientos al lado de la puerta trasera, que hubo resultado una buena cosa, puesto que allí atrás transcurrirían los eventos más destacados del viaje...

y que sonaba José Luis Perales cuando me subí.
Tras el tramitaje de aeropuerto y el fresco deste lado del vidrio mesperaba Marvin, una gota de sudor en la frente -y en todo el cuerpo, bah-, un cartelito de blueEnergy en la mano y una pregunta en la mirada. Sí, soy yo, le hice saber moviendo la cabeza. Me diría luego que esperaba una mestiza latina, tal como pensaría la Pau en Londra... bueno, al menos la trenza la tenía, Pau. Las fotos deste arribo están más abajo en Managua suavizada. No sé si tengo una de Marvin, pero si la hallo luego la pondré.
El asunto es que Marvin se dedicó a llevarme de tour por Managua luego de hartarse de insistir en los bancos para que yo pudiera cambiar el dinero. Entonces, una vez extinguidas -y fracasadas- todas las posibilidades, me miraría de costado y, ya con la confianza de haber buscado juntos toda una tarde, sonreiría condescendiente y delicadamente me diría: "Ahora, yo le pregunto -no me digas nada, Marvin, ya sé lo que vas a decir!: ¿No tuvo tiempo de cambiar el dinero antes?"
No, Marvin, yo sólo pasé por Nueva York y Miami, nada más.
No, Marvin, mi mamá ya me lo aclaró, a mí el dinero no me importa... sólo ocupé el tiempo en aventurarme a la gran manzana y eso ya fue suficiente, en la distribución desescaso tiempo no había ni un minutillo destinado a la captación de fondos, no no...
No jodan, estoy viniendo a Nicaragua, encima tengo que pensar en el dinero!??
Entonces fuimos por ahí... el monumento a Sandino, gigante a la vera de una laguna en el fondo de la selva...

un anfiteatro abandonado, un escenario hundido, una capital de país que parecía un pueblo pobre del litoral argentino, un teatro nacional Rubén Darío, una industria abandonada y mohosa, convertida en detuseñor la casa...

gente llevando en la cabeza cosas, una laguna enorme y podrida, una vera surreal con infraestructura bonita, una plaza principal triste, tan triste, laaaarga y profundamente triste, abandonada su catedral desde el terremoto, en grietas y traspasada por el cielo y las gaviotas, la foto parece bella, pero la realidad es triste y la verdadera belleza es triste, dice James, muy triste... Me faltan tantas fotos de Managua la bella (triste).
Luego, de nuevo a la camioneta para ir a casa, Marvin se quedaría con esa imagen mía durmiéndome sentada mientras andábamos y pese a los saltos. Qué gracia le causaría mi cansancio de tres días, de cien días...
Cinco y media de la tarde el sol -como yo- caía y le dije hasta mañana. No supe más nada hasta las dos de la mañana, cuando comprobé que realmente no sabía nada: Uy, estoy en Nicaragua!
Preparé los bolsos a la sazón de un sentimiento que ya no dejaría de sentir... esto es Macondo! El calor, la humedad que pecha por los poros, los bichos, sus sonidos, el barro, los años de lluvia, la vegetación abundante, las plantaciones de bananas abandonadas, los barcos abandonados, la guerra, sus rastros y las ideas locas, las empresas delirantes, la extensa familia de un país entero, los gringos y las hormigas que se lo llevan todo. Sólo faltaba la fantasía y el amor.
No diría que me enamoré, pero cuando escuché esa expresión al escaso fresco de las cuatro de la mañana, esa tonada caribe, casi cubana, presentada en paquete de voz grave, me sentí bastante más a gusto en las páginas deste libro: "A esta hora está bien rico, sabroso!" Fue un empujón que hizo correr más rápido la sangre por las venas. Y partimos. Un largo rato me tomaría describir la estación de buses. Hombres protegían la entrada con una puerta acandadada. Parecida a la estación de Jujuy podría decir, aunque con mucha menos boleterías y partidas. Aunque palabras como estación y boletería conllevan una representación que no les va a servir para imaginarlo, lamento que no voy a tomarme el tiempo para encontrar asociaciones más certeras. Y la foto salió mala. Puestos de vendedores ambulantes habrá que decir también. Que aun era de noche. Que Marvin me acompañó hasta la puerta del bus, donde me dijo que no me separara de mi mochila, que un señor había ubicado sobre los asientos al lado de la puerta trasera, que hubo resultado una buena cosa, puesto que allí atrás transcurrirían los eventos más destacados del viaje...

y que sonaba José Luis Perales cuando me subí.
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